Rechazamos cualquier intervención militar y nos solidarizamos con los pueblos hermanos de Venezuela
Los últimos altercados sucedidos en Venezuela son dignos de un pronunciamiento, pues además de lo conocido en la frontera colombo-venezolana, en límites con Brasil, diferentes manifestantes indígenas de comunidades amazónicas sufrieron un tratamiento represivo que terminó con cuatro muertos y más de 20 heridos de bala.
Desde la llegada del capitalismo europeo a nuestros territorios, se impusieron las fronteras nacionales más convenientes al negocio y a un modelo de sociedad que atenta contra el buen vivir y la armonía de los pueblos. Hoy es sumamente doloroso ver un pueblo hermano, como es el pueblo venezolano, sumido en las más grandes carencias económicas y sometido a la migración obligada por todo el continente de Abya Yala. Una sociedad que desde la década del 2000 inició el cambio tan anhelado por las grandes mayorías desposeídas de ese país, pero el cual sabemos torció su rumbo bajo las dificultades del estatismo asistencialista, de la dependencia petrolera, y de una dirección política enfrentada directamente contra los intereses del imperialismo estadounidense.
No obstante, rechazamos cualquier intervención militar como salida a esta situación y denotamos que detrás de las ayudas humanitarias se esconden otros intereses, los de los imperios foráneos y de la clase política y económica que ha detentado el poder en nuestro país por dos siglos largos, quienes irresponsablemente juegan con la tranquilidad, seguridad y vida de 50 millones de colombianos y colombianas, con especial riesgo de las comunidades indígenas Barí, Wayuu, Hitnu – Macaguán, Piaroa, Puinave, Sikuane, U`Wa y Yukpa, que habitan en la frontera, expuestas a la posibilidad de una guerra binacional. Todo ello por 7 mil millones de dólares, tal como lo reconoció el presidente Duque en la 39 Feria internacional del calzado, marroquinería, insumos y tecnología:
“Quiero que ustedes vean con claridad que si retorna la democracia y la esperanza a Venezuela se abrirá un mercado de más de 7 mil millones de dólares que Colombia perdió por cuenta de los estragos de la tiranía.”
Estos acontecimientos son aprovechados para legitimar la imagen del presidente Ivan Duque que estuvo tambaleándose en los primeros meses de su gobierno, marcados por el aumento exacerbado de los asesinatos a líderes sociales, la movilización social, la agenda legislativa del despojo y la subida de los índices del desempleo. Un gobierno que brilla por la incoherencia de las ayudas humanitarias que envían a Venezuela mientras en la guajira la cifra de niños muertos por desnutrición ya asciende a 4.770.
Rechazamos las declaraciones de aquellos sectores políticos que lanzan sus arengas para que los pobres de aquí y de allá –de Colombia y de Venezuela– se maten en beneficio de quienes dicen representarlos, además de semejante despropósito de una posible intervención militar, violatorio de los acuerdos suscritos al fundar Naciones Unidas.
En solidaridad con nuestros hermanos venezolanos, como pueblos indígenas defensores de la paz y del mantenimiento de la armonía, unimos fuerzas espirituales y políticas para que este país sometido a la pretensión golpista, alcance a superar las limitantes de la dirección dictatorial de sus autoridades y construya un gobierno propio, acorde al buen vivir efectivo en todos y cada uno de los espacios de vida donde se concentran los millones que lo habitan.
“Cuenten con nosotros para la paz, nunca para la guerra”