La violencia nos golpea día con día, pero es la indiferencia de toda Colombia la que más nos entristece.
El día 22 de octubre la des armonía volvió a asolar nuestros territorios con la siembra temprana de nuestro mayor José Domingo Ulcué Collazos, oriundo del territorio ancestral de Munchique los Tigres. Kiwe Thegna de primera generación, protector del territorio desde la fundación de la guardia indígena; con gran recorrido en nuestro proceso como dinamizador y líder político del tejido económico ambiental, y desde 2011 como docente en agropecuaria, ética y valores.
Con su muerte se nos va un labrador de futuro, quien vivió siempre firme en las raíces de nuestro pueblo. Hablante de la palabra ancestral del nasa yuwe y orgulloso seguidor de la voz de la madre tierra asentada en nuestras tradiciones espirituales. Desde el sentir que nos ha dejado nuestro hermano, de sangre y de corazón les repetimos que seguiremos luchando por el restablecimiento del equilibrio perdido, sacando la fuerza de todos nuestros ancestros, guerreros y sabios a los que hoy se une José Domingo Ulcué Collazos.
Nuestros hermanos campesinos también sufren de la desaparición de María Caicedo Muñoz, defensora de derechos humanos del territorio de Argelia, Cauca, quien fue raptada de su residencia por hombres armados el pasado 20 de octubre. Cada semana caen compañeros y compañeras dignos, en medio de un conflicto que no solo es armado, sino social y espiritual a causa de un modelo político y económico desquiciado que como un cadáver fétido pudre todo lo que toca. La muerte del compañero José se dio en zonas urbanas de Santander de Quilichao por el robo de una moto, víctima del flagelo de la delincuencia que habita en los territorios; pero que no es más que una consecuencia de las condiciones de pobreza, desigualdad e ignorancia en que los poderosos mantienen bajo su yugo al pueblo colombiano, promocionando mediante la manipulación publicitaria, un deseo de tener y acumular que enferma el corazón, y pone una moto por encima de la vida, que es sagrada.
El 23 de octubre el diario El Tiempo sacó un artículo donde aseguran que las comunidades que protegemos nuestros territorios, “defendemos a narcos y guerrilleros”. Lo hacen para criminalizarnos, porque temen que nuestras guardias indígenas, campesinas y cimarronas transitemos hacia la autonomía y nos rebelemos contra sus instituciones corruptas, que son las que verdaderamente encubren a los reales ladrones y asesinos de nuestro pueblo, quienes viven en el poder atornillados en los asientos del congreso, de los ministerios, de los cuarteles militares, y arrodillados a los poderes extranjeros de las multinacionales, quienes viven en la impunidad como lo hemos visto en las tergiversaciones de la JEP, en los paraísos fiscales, en las haciendas cañeras y en la fincas del Ubérrimo, y quienes estigmatizan a nuestros docentes, por parar y salir a marchar en defensa de una educación para la transformación.
Con el ejemplo de José Domingo Ulcué, seguiremos formando docentes y guardias que sean conscientes del papel que jugamos en la historia, fomentando la valentía y el orgullo de ser una esperanza para el mundo. Desde nuestra justicia propia seguiremos buscando a los culpables directos de este asesinato atroz, pero responsabilizamos al gobierno nacional y al estado colombiano por mantener una política histórica de proliferación de la delincuencia, que solo incentiva el miedo e impide la solidaridad entre los humildes. Por más compañeros que caigan nuestra fuerza solo crece y crece, pues mantenemos la moral en alto, cosechando el amor hacia nuestro proceso de liberación, que tanto se han esmerado en infundirnos maestros como José. Seguiremos en defensa de la vida, la alegría y la dignidad de nuestro pueblo, así como de todos los que componen Colombia, que desde sus docentes y estudiantes hoy luchan por una educación pública y de calidad para todos. Gracias profe, por enseñarnos a luchar.